Una pregunta que me hago una y otra vez es dónde fallamos a la hora de involucrar a los trabajadores en materia de Prevención de Riesgos Laborales, y creo que uno de los problemas está en los conceptos “Prevención” y “Riesgo” tan repetidos en nuestro ámbito que han dejado de producir efecto.
A las nuevas generaciones que se incorporan al trabajo no podemos seguir hablándoles de “riesgo”, porque no lo perciben igual que las generaciones anteriores. Hoy en día, con el desarrollo tecnológico estamos en constante cambio y las personas buscan sensaciones nuevas cada día, provocando en la sociedad una intolerancia al aburrimiento y a la rutina. Podríamos decir que los sentidos están saturados ante la multitud de estímulos que reciben y un peligro les activa el umbral de excitación. Por tanto el “riesgo” se traduce en aventura, en algo estimulante,… en un desafío.
No se quiere oír hablar de “Riesgo” como la posibilidad de que se produzca un contratiempo o una desgracia, de que alguien o algo sufran perjuicio o daño. No quieren que se les recuerde la sensación de incertidumbre que crea la exposición a un peligro. No quieren ser conscientes de su propia vulnerabilidad (por cierto, signo de una gran inmadurez).
Pongamos el ejemplo de un conductor que presume de hacer Madrid-Valencia en dos horas, contándonos que ha ido todo el camino a 160km por hora, ¿pensamos que desconocen que no pueden ir a esa velocidad? Claro que lo saben, de hecho cuando ven a la policía o una señal de radar enseguida reduce la velocidad. Luego saben cuál es la velocidad permitida. Pero les gusta el riesgo, la aventura, el pensar que soy más listo que la policía, demostrar que controlo el coche,…
Luego, quizás, al hablar de “riesgo” estemos provocando el efecto contrario.
Y con respecto al término “Prevención”, ¿tomar precauciones o medidas por adelantado para evitar un daño, un riesgo o un peligro, cuando vivimos inmersos en el tiempo de un “todo ya”? ¿Hacer un viaje realizando paradas para prevenir el cansancio?
Esta idea de velocidad, aceleración, es incompatible con tener en la mente la palabra “prevención”, ¿parar a medir las consecuencias de nuestros actos? Volvemos a lo mismo, ¿saber que puedo o soy vulnerable?
En consecuencia, debemos actualizar los conceptos para llegar a todos los trabajadores. En definitiva, cambiar la “publicidad” de la prevención, ninguna campaña publicitaria aguantaría tantos años teniendo el mismo efecto.
Una manera es integrar en los programas de bienestar, como punto clave, la concienciación y el desarrollo de una buena prevención, que haga que el trabajador se sienta protegido, para conseguir satisfacción y tranquilidad en el puesto de trabajo. Con esto ya introducimos un nuevo concepto “Bienestar”.
En estos programas, el empleado ve el esfuerzo que la empresa hace para conseguir que sus trabajadores se sientan a gusto en el trabajo y esto hace que estén más receptivos a formar parte del proyecto “Sentirse protegido, sentirse feliz”.
Paulo Coelho dijo: ”Un barco en el puerto está seguro, pero los barcos no se construyeron para ello.” Lo importante es que el barco sea lo más seguro posible y quien lo tripula se sienta como en su casa: BIENESTAR LABORAL.