Una zorra que tenía mucha hambre, al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca. Como no pudo alcanzarlos, se alejó diciéndose: “¡Si no me gustan, y además están verdes!”
¿Qué es lo que está haciendo la protagonista de nuestra historia? Buscar “excusas” y razones de su fracaso.
Esto es, AUTOENGAÑARSE, justificar una conducta a pesar de que vaya en contra de lo que pensamos o lo que queremos. Pero, ¿por qué nos engañamos a nosotros mismos? Parece algo tan estúpido como hacerse trampas jugando al solitario, ¿no creéis? Nos engañamos para eliminar o reducir la culpabilidad por las malas acciones realizadas. Como ya no podemos cambiar los hechos, es más adaptativo no caer en el autocastigo y el camino más fácil para conseguirlo es transferir la culpabilidad de nuestras malas acciones a terceras personas o a las circunstancias especiales. Así nuestra autoestima no se ve dañada. Pero esto conlleva un peligro, y es que si no reconocemos nuestra responsabilidad, nunca podremos corregir nuestros errores.
Esto ya lo explicó Leo Festinger en su Teoría de la Disonancia Cognitiva, que se puede definir como la incomodidad que se produce cuando tenemos dos ideas que se contradicen o cuando lo que pensamos, nuestras creencias, se contradice con nuestros actos.
Las personas intentan mantener su consistencia interna, lo que creemos y los que hacemos tiene que ser coherente. Cuando aparece una inconsistencia entre estos dos aspectos, entramos en colisión y de ahí que haya un intento de cambiar nuestra conducta o nuestras creencias con el fin de reducir el malestar que nos produce.
Imaginemos un obrero que llega nuevo a una obra y se le obliga a ponerse el arnés y él nos dice “llevo en la obra desde que nací y nunca me he caído” (seguro que más de una vez lo hemos escuchado). ¿Por qué esta auto justificación? Pues porque si hasta hoy no me han ofrecido una protección anti caídas y he seguido trabajando, he estado arriesgando mi vida sin protestar, no he actuado de forma coherente (intentando conservar mi vida). Colisión entre lo que creo y digo con lo que realmente hago. Por tanto, reduzco la percepción del riesgo y así desaparece o disminuye mi malestar conmigo mismo.
Con esto qué conseguimos realmente, distorsionar la realidad adaptándola a nuestra conveniencia y alejarnos de la objetividad. Ser realistas nos ayuda a identificar los riesgos, las dificultades y afrontarlos con claridad.
Bubled quiere mostrarte cuáles son tus riesgos de una forma objetiva, que seamos conscientes de que los peligros están ahí y que en cualquier momento puede ocurrir un accidente y que podamos valorar si asumir el riesgo nos merece la pena o debo cambiar mi actitud frente a cómo desarrollo mi trabajo
Todos tenemos recursos para el cambio y Bubled quiere ayudarte a encontrarlos ¿comenzamos a buscarlos?