Nos gustaría remontarnos a un artículo publicado en septiembre como preaviso a lo que se avecina: El síndrome postvacacional.
Ya con julio empezado muchos empezamos las vacaciones y otros aun se resisten hasta agosto pero ahí están y, por supuesto, nos encantan. Sentimos una emoción intensa y unas ganas increíbles de terminar ya, a pesar de que el trabajo parece que se acumula en la semana antes de las vacaciones, – ¿de dónde sale tanto trabajo de repente?
No pensamos ni por un momento que las vacaciones se acaban. Llega un día en el que hay que volver a la rutina, – ¿volver? ¿a dónde? – Aún no se han inventado las vacaciones indefinidas pagadas y, por tanto, si, hay que volver al trabajo y la rutina habitual. Esa vuelta, esa precipitación a la realidad es lo que nos causa el supuesto síndrome postvacacional, el cual no existe.
Te dejamos el artículo de «El síndrome postvacacional no existe» 😉 Solo es un resultado de la tendencia que todos tenemos de etiquetar y “patologizar” cualquier malestar.