Las estadísticas sobre bullying indican que el acoso escolar se ha incrementado de forma increíble. En España uno de cada cinco niños ha sido víctima de bullying.
Pero, ¿cómo detenerlo? Investigaciones demuestran que los programas actuales para prevenir el bullying no funcionan. La mayoría son ineficaces porque abordan los síntomas, no las causas subyacentes: falta de inteligencia emocional, así como comprender, comunicar y regular los sentimientos.
Sin embargo, hay que ir más allá, ¿por qué esta carencia de habilidades?
Una de las causas es la Sobreprotección que se tiene con los menores. La necesidad de allanarles el camino, sin darnos cuenta de que estamos quitando las herramientas básicas para crecer en madurez y autonomía. Les trasladamos nuestros miedos e inseguridades, sin dejarles decidir, equivocarse, les capamos su capacidad de aprendizaje y así es difícil que aprendan a levantarse después de un fracaso, que tarde o temprano llegará (en forma de suspenso, fracaso amoroso,…)
Charles Dickens decía: “Cada fracaso enseña al hombre algo que necesita aprender”
A esta sobreprotección va ligada también la Permisividad, traducido en no poner límites y normas claras que los niños entiendan e interioricen, no sea que el menor se frustre. Entonces, ¿dónde quedan las obligaciones y responsabilidades de cada uno apropiadas a su edad?
Todo esto conlleva una serie de consecuencias: personas miedosa y con ansiedad, personas dependientes y sobre todo una baja tolerancia a la frustración.
Un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Mary Washington en Virginia (2013), demostró que los estudiantes universitarios que fueron criados por “padres helicópteros” tienen más probabilidades de desarrollar trastornos depresivos a causa de la frustración.
Esta intolerancia a la frustración hace reaccionar con ira, exigencias e incluso agresividad, lo que dificulta las relaciones sociales.
¿Y nos preguntamos por qué aumenta el acoso escolar? Es una estrategia con la que tienen la sensación de que satisfarán sus necesidades de aceptación social, confianza en sí mismo, respeto y seguridad, es decir, agredir como forma de liberación emocional.
En consecuencia, solo nos queda abordar con eficacia el acoso escolar y las conductas asociadas a través de Programas de Aprendizaje Social y Emocional que promueven habilidades del comportamiento, actitudes y factores ambientales que son incompatibles con el bullying y otras formas de interacción negativas entre compañeros. A través de estos programas se adquieren los conocimientos, actitudes y las habilidades necesarias para reconocer y manejar sus emociones, demostrar interés y preocupación por los demás, formar buenas relaciones, tomar decisiones responsablemente y a manejar los desafíos en situaciones de manera constructiva.
Bubled, a través de su App, te acompañará en el aprendizaje socioemocional. Demos alas a los menores